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COHERENCIA ÉTICA Y ESTÉTICA DE LA ESPIRITUALIDAD MARTIANA
Coherencia ética y estética de la espiritualidad martiana en la formación de la identidad cultural artística
Ethical and aesthetic coherence of Marti’s spirituality in the formation of artistic cultural identity
Rodolfo Mariño Osorio[1]
Frank Arteaga Pupo[2]
Elemnia Álvarez Merino[3]
Resumen
Se presenta un estudio de la espiritualidad martiana y los rasgos que fundamenta su coherencia ética y estética. La insistente comunicación de los estudiantes con expresiones artísticas que no se ajustan directamente a los objetivos educativos, precisa que los docentes contribuyan a formarles una cultura artística que les permita un posicionamiento crítico ante el arte y la sociedad, coherente ética y estéticamente. Al definir y argumentar la espiritualidad martiana y sus rasgos, se propicia incorporarlos al proceso de formación de la identidad cultural artística del estudiante. Se realizó un estudio cualitativo, utilizando métodos teóricos: análisis- síntesis, inducción- deducción, en el proceso de reflexión, definición y argumentación. El resultado contribuye a solucionar la incoherente relación entre los valores éticos y estéticos que se manifiestan en tos estudiantes en sus preferencias y apreciación del arte.
Palabras clave: ética, estética, cultura
Abstract
A study of Marti's spirituality and the traits that support its ethical and aesthetic coherence are presented. The access that students have to texts that do not always conform to educational objectives; requires that teachers contribute to form an artistic culture that allows them an ethically and aesthetically coherent critical position, before art and society. By defining and arguing Marti's spirituality and its features, it is encouraged that they be incorporated as knowledge and skills in the process of formation of the artistic cultural identity of the university student. Theoretical methods are used: analysis and synthesis, induction-deduction in the definition and argumentation process. The result contributes to solve the incoherent relationship between the ethical and aesthetic values that are manifested in the students in their preferences and appreciation of art.
Keywords: ethic, aesthetic, culture
Introducción
Entre las investigaciones que atienden los principales problemas que se presentan en los procesos de formación, es recurrente el reconocimiento de las dificultades que se confrontan a partir del deterioro de los valores. Pero también se presentan indagaciones que se refieren a las afectaciones que se dan en el otro sentido, así lo registran González et al. (2023), al considerar que “el deterioro de los valores morales condiciona cada vez más el aumento de las divergencias económico-sociales en el presente milenio” (p. 32). Por lo que el problema no solo se encausa de lo social al proceso formativo, sino, también las limitaciones en la formación de la personalidad inciden en la vida social.
El desarrollo tecnologíco propicia que el adolescente y el joven, elijan con mayor independencia que sus padres, las expresiones del arte, que van a disfrutar, con énfasis en los audiovisuales; que tendrán una función importante en la formación de sus gustos y valores. Para que sus elecciones no tengan consecuencias traumáticas y propicien un desarrollo adecuado de la personalidad, que manifiesten los valores que precisa la sociedad, es necesario formarles una identidad cultural artística, que les permita un sentido crítico, en su relación con el arte y la sociedad.
Acebo y León (2019) significan la identidad como un sistema de formación histórico-cultural y socio-psicológica en el sujeto individual y colectivo, que contiene múltiples identidades específicas; entre las cuales relacionan la identidad cultural, e incluyen la musical y audiovisual, que es un reconocimiento a que existe una identidad cultural artística, como componente de la identidad cultural.
La identidad cultural artística a su vez esta conformada por las identidades particulares de cada manifestación del arte, como son las musical y audiovisual mencionadas; a las que debe agregarse las identidades teatrales, plásticas, danzarías, y otras derivadas de cada manifestacion del arte; reconociendo que en todos los individuos o colectivos se desarrollan cada una de esas identidades, lo que se manifiesta en dependencia de sus formaciones psicológicas y del contexto histórico cultural, en una relación estrecha con otras identidades y los valores.
Las carreras pedagógicas deben formar valores culturales que una sociedad demanda, los futuros docentes deben manifestar una cogerencia ética y estética, en correspondencia con el proyecto social del contexto en el que interactúan, para que puedan cumplir su misión educativa. Deben tener integridad para incidir en la formación de los estudiantes de manera positiva (Tejeda, 2022). Y cuando se trata de la carrera Educación Artística, esa integridad se debe manifestar desde lo formal, en una relación estrecha con los contenidos, que permita la coherencia ética y estética.
Estudios resientes significan como al referirse a la belleza, se valoran especialmente los rasgos exteriores, sin llegar a profundizar en su esencia (Caballero et al., 2023), lo que constituye una limitación desde el punto de vista valorativo. “El sentido estético, no es algo dado, innato, sino que se forma en el contexto histórico social, sobre la base de la actividad práctica material” (p. 36). La valoración ética y estética de una obra, debe tener en cuenta el contexto histórico social en que se produce.
La necesidad del sentido crítico se hace ineludible, Vásquez (2022) advierte que la comunicación del arte en ocasiones sólo persigue jerarquizar productos de una pretendida alta cultura, o en el mejor de los casos, promover la inclusión a unos pocos, reproduciendo esquemas de dominación. Vásquez aborda la necesidad de que se establezcan otras relaciones con el arte que se basen en el diálogo y el consenso, que aporte a la inclusión social desde el arte.
Redondo y Fuentes (2022), consideran que la estimulación del diálogo que incluya una relación con la moral, promueve valores, ante problemáticas comunes posibilitan la transmisión y la reformulación constante de la cultura moral compartida por la sociedad, con el propósito de que se puedan asumir las nuevas necesidades y percepciones socio-morales. En el proceso de formación ha de propiciarse la relación de los estudiantes con textos que deben seleccionarse cuidadosamente en correspondencia con los valores que sean capaz de promover, incentivando la reflexión y el debate.
La experiencia como profesor por más de una década, en el proceso de formación de los futuros profesionales de la educación, ha permitido identificar una carencia en sus culturas artísticas, al manifestar una relación ético estética incoherente, que repercute en limitarlos en la apreciación de las obras de arte. Lo que se contradice con la exigencia social que se define en la misión de estos profesionales: contribuir a la formación de adolescentes y jóvenes, que les permita una postura crítica ante el arte y la sociedad sustentada por los mejores valores éticos y estéticos.
La carencia en la cultura artística del estudiante se revela fundamentalmente en una sobrevaloración de los valores estéticos por encima de los éticos, asumen preferencias de expresiones que se desfasan del desarrollo histórico social, con síntomas regresivos, en ocasiones burdas, alejadas de los valores éticos exigidos por la sociedad. El avance en el proceso indagatorio ha permitido relacionar estas carencias con la limitada valoración de la obra de José Martí (1953- 1895), que estos expresan.
Se defiende la idea que teniendo en cuenta el prestigio del poeta, ensayista, político y maestro, la trascendencia de su obra, con potencialidades para desarrollar las empatías necesarias en un proceso formativo, y la reconocida coherencia ética y estética de su pensamiento y actuación histórica; al asumir su obra como componente significativo en el proceso de formación de la cultura artística de los futuros profesionales, desde una aproximación sistemática y correctamente guiada, se contribuye a dar solución a las carencias identificadas.
Para una adecuada orientación en el proceso de aproximación a la obra de José Martí (1953- 1895), con el propósito establecido, y teniendo en cuenta lo profuso de su obra escrita, se hace necesario definir los rasgos que permanecen estables en su pensamiento en los que se sustenta su coherencia ética y estética; para que, desde un sistemático proceso de aprehensión, los estudiantes puedan asimilarlos y contextualizarlos, en una socio- individualización, según Blanco (2001). Como cualidad resultante de ese proceso, la cultura artística de los futuros profesionales de la educación quedará signada por los rasgos de la espiritualidad martiana, que les propiciará una postura crítica ante el arte y la sociedad en coherencia ética y estética.
Al realizar un acercamiento teórico e histórico sobre el tema, se evidencia que aún cuando la obra martiana ha sido abordada por un número importante de autores de diferentes latitudes y posiciones filosóficas, sociológicas e ideológicas; con resultados importantes a tener en cuenta en esta indagación, persisten limitaciones en cuanto a la definición de los rasgos que permanecen estables en su pensamiento que fundamentan la coherencia ética y estética de su pensar, sentir y actuar; así como la argumentación de sus nexos, que permita asumirlos en el proceso de formación de la identidad cultural artística. Por lo que se asume como tarea científica en esta indagación la argumentación de los rasgos que fundamenta la coherencia ética y estética de la espiritualidad martiana.
La indagación se realiza con utilización de métodos de nivel teórico, la revisión documental, la reflexión teórica, el análisis y síntesis, determinando la espiritualidad martiana y sus regularidades. La inducción-deducción en la fundamentación teórica derivada de la revisión bibliográfica y la interpretación de la información obtenida. La contribución a la teoría consiste en la conceptualización de la espiritualidad martiana, y en definir los rasgos que fundamentan su coherencia ética y estética, que propicia la formación de la identidad cultural artística de los estudiantes, que les permita manifestarse en una postura crítica coherente ética y estéticamente.
Desarrollo
La espiritualidad martiana en la formación de la identidad cultural artística del estudiante
Para avanzar en el proceso indagatorio, es necesario discurrir sobre la formación de la identidad cultural artística, que permita la argumentación de la propuesta. La formación ha sido estudiada por autores que constituyen referentes importantes para esta investigación. Choin y Moya (2017), sostienen que la formación integral requiere el desarrollo de sentimientos estéticos, que debe tenerse en cuenta los múltiples factores que actúan, la interacción con la naturaleza y entre las personas, el diálogo entre la cultura contemporánea, local y ancestral.
Macaya y Valero (2022) examinan “el potencial de las artes para unir a las personas, contribuir a la identidad” (p. 299). Villarroel y Muñoz (2021) consideran una necesidad adquirir conocimientos y habilidades en el arte, para la formación integral, a lo que agregan la condición inclusiva, abordar la diversidad de pensamientos, orientaciones, necesidades. Giráldez y Pimentel (2021) proponen “articular lo individual y colectivo, lo cultural y social, repensar los fundamentos estéticos, con una actitud participativa” (p. 20).
Se tienen en cuenta las teorías elaboradas por Vygotski, citado por Álvarez (2018), que propone que toda función psicológica aparece primero en un plano social, interpsicológico, para luego hacerlo en el plano individual, intrapsicológico. Considerando que la cultura es resultado de un proceso de interacción. Son sus componentes la historia, tradiciones, normas, valores; resultados de la ciencia, las creencias, las ideologías (Mariño, 2018). Parte de ese entramado es la cultura artística, desde la cual la persona asume un posicionamiento crítico ante el arte.
Çelik (2019) llama la atención en que para comprender la cultura artística hay que reconocer que sus códigos cambian en los diferentes espacios y en el tiempo. En correspondencia con el contexto y las características de cada personalidad, (Goldberg, 2012, como se citó en Bohlin, 2020), se desarrolla la identidad cultural artística y los educadores deben ser conscientes de que la identidad cultural es fundamental en el desarrollo de la personalidad.
Muñoz y González (2023), exponen que, “para impartir educación artística es indispensable manejar las emociones, la sensibilidad y el sentido de identidad” (p. 11). López y Escarvajal (2022), indican que “a través del arte el estudiante reconoce su identidad y crea empatías que benefician su desarrollo” (p. 154). Es necesario una inclinación del sujeto con el arte, ya que la identidad se forma por el convencimiento interno (León et al., 2022).
Esteban y Caro (2023), argumentan que el pensamiento crítico exige un diálogo constante, cuestionar y replantear las propias ideas. Gozálvez et al. (2022) arguyen que es necesario un nivel de decodificación, de lo explícito a lo implícito, desvelar las intenciones. Alertan sobre la necesidad de argumentos rigurosos, que enriquezcan el marco interpretativo.
En un estudio reseñado por Ugarte (2023), sobre la educación utilizando lecturas y debates de obras literarias, fue considerada capaz de desarrollar el espíritu democrático y el cultivo de lo común en el ser humano. La espiritualidad martiana debe asumirse en el proceso formativo de la identidad cultural artística. Que los estudiantes se apropien de los rasgos de la espiritualidad martiana, que favorezca un posicionamiento crítico ante el arte y la sociedad, en coherencia ética y estética.
La espiritualidad martiana es una categoría con limitaciones en su argumentación teórica, por lo que es necesario adentrarse en su definición. El propio José Martí asume una definición de espiritualidad adelantada para su época: “El espíritu es lo que nos induce a actos independientes de nuestras necesidades corpóreas, es lo que nos fortalece, nos anima, nos agranda la vida” (1975, t. 28, p. 326-327). Desde esa perspectiva, la espiritualidad no es el individuo encerrado en sus necesidades fisiológicas, es una personalidad en desarrollo.
González (2019), en un estudio sobre del término concluye: “la mayoría de la comunidad científica converge en que la religiosidad está ligada al aspecto institucional y formal de la práctica de la religión, mientras que la espiritualidad está asociada a la experiencia individual y subjetiva de la persona” (p. 295).
Resulta oportuno el estudio de Bendack y Tarazona (2021) atendiendo la inestabilidad emocional provocada por la Covid 19. Se apoyan en Ávila (2020) para considerar que la espiritualidad representa una fuerza que dinamiza las dimensiones del ser humano y le permiten una constante transformación para continuar adelante armonizando sentimientos, actitudes, comportamientos y vivencias.
Arteaga (2020), en acercamiento sistemático al pensamiento de Martí, expone un concepto de espiritualidad:
…la espiritualidad es el estado de satisfacción en la proyección, realización y recepción de faenas individuales y sociales que integra la cualidad de pensar, sentir y actuar estética y éticamente en coherencia con lo mejor de la cultura universal para el progreso humano. (p. 300)
Desde la sistematización de la teoría, asumo que la espiritualidad es una cualidad que se desarrolla y expresa en los sujetos en el contexto histórico cultural, integra la cultura y sus valores, en el pensar, sentir y actuar estética y éticamente. Desde esa perspectiva, la espiritualidad martiana es la cualidad que se expresa en la trascendencia de la obra de José Martí, en la coherencia ética y estética de su pensar, sentir y actuar.
La presente investigación se adentra en identificar los rasgos de la espiritualidad martiana que fundamentan su coherencia ética y estética. Los investigadores del pensamiento de Martí registran como esencial su ética, el lugar que le atribuye a la moral en la vida social y personal, lo estético nunca se encuentra deslindado de su base ética. Son rasgos de la espiritualidad martiana los valores que se expresan de forma estable en su obra. Aun cuando en el abordaje del tema incurren autores de disimiles tendencias: Fuentes y Fuentes (2013), Velázquez (2017), Arteaga (2020), Vitier (2021); existe consenso en el reconocimiento de que le son inherentes valores como: dignidad, patriotismo, laboriosidad, honradez, generosidad y justicia.
Aunque ha existido un acercamiento de diferentes autores a la estética de José Martí: Arteaga (2020), Vitier (2021), Rodríguez (2022), Pogolotti (2022), Días et al. (2022), Lea (2022); es necesario una mayor argumentación sobre la relación de su ética y sus valoraciones estéticas. Que permita que, en el acercamiento a las obras martianas, con la guía de los profesores, los estudiantes puedan comprender esa relación como indicador indispensable para la apreciación, llegando a la valoración, de cada obra de arte, e incluso de las relaciones humanas que se manifiestan en la sociedad.
Para poder develar cuales son los rasgos de la obra martiana en los que se fundamenta la relación coherente de su ética y su estética, fue necesario el estudio a profundidad de su obra, que favoreciera identificar lo que permanece con regularidad y que permitiera llegar a consideraciones generales de la misma. Para ello también fue necesario el estudio de publicaciones de diferentes investigadores que se asumieron como guías para la indagación.
El primer elemento a destacar, es como se refiere a la relación forma y contenido: “Y el lenguaje, al que es el pensamiento lo que la salud a la tez” (Martí, 2001, t. 5, p. 120). Indica el reconocimiento del nexo ineludible entre la forma y el contenido, esencia y fenómeno; que la cualidad del contenido es la que le permite a la forma que sea trascendente, y la condición necesaria para la valoración estética, tener en cuenta su contenido ético.
Un rasgo que es básico en la relación ética y estética del pensamiento martiano, se devela cuando advierte: “Solo lo genuino es fructífero. Sólo lo directo es poderoso. Lo que otro nos lega es recalentado” (Martí, 2001, t. 7, p. 230). Se expresa categórico al negarle provecho a lo que no se gesta desde la naturaleza de la persona, de su espacio y tiempo. Pensamiento que adquiere importancia en esta indagación, al reiterarse a través de toda su obra consideraciones semejantes, a las que se les agregan otras, que se relacionan, y que permiten identificar lo genuino, como eje desde el que se relacionan otros componentes que integran un sistema de indicadores para las valoraciones ético estéticas.
Lea (2022) reconoce el aporte de Martí en conformar una estética genuina, para apoyar su argumento lo cita: “todo continente debe tener su expresión propia; […] hay en América hombres perfectos en la literatura europea; pero no tenemos un literato exclusivamente americano” (Martí, 1875). Refiere que en Ismaelillo se separó del romanticismo gótico de Zorrilla y forjó una nueva poesía americana: “La visión de Martí sobre el arte y la producción literaria rechaza la colinealidad occidental” (Lea 2022, p. 3). Es la creatividad descolonizadora como propósito personal y criterio para la valoración de otras obras, un rasgo en el que se fundamenta la relación estética con la ética en Martí.
Martí reprochó las formas establecidas que no se ajustan a las condiciones del contexto: “Las convenciones creadas deforman la existencia verdadera” (2001, t. 7, p. 230). Y propone como condición “la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras” (2001, t. 16, p. 62). Y reconoce que es necesario ser creativo: “Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación, la salvación está en crear” (2021, t. 6, p. 6).
La valoración martiana de lo genuino, natural, sencillo y creativo; se sustenta en su convicción sobre la armonía natural del universo. Que se argumenta con regularidad en sus obras. Uno de los momentos más evidentes en los que se expresa en síntesis y de forma metafórica, se encuentra en sus Versos Sencillos: “Todo es hermoso y constante, /todo es música y razón, /y todo, como el diamante, /antes que luz es carbón” (Martí, 2001, t.2, p. 521). Así en la espiritualidad martiana se encuentran lo bello en lo bueno, en una unidad.
Para propiciar el proceso de aprehensión y socio individualización de los rasgos que fundamentan la coherencia ética y estética de la espiritualidad martiana, se precisa el acercamiento sistemático de los estudiantes a la obra de José Martí, que les permita develarlos por si mismos en una relación cognitiva- afectiva, bajo la guía de los profesores. Por lo que se exige identificar aquellas obras en los que estos se expresan con mayor evidencia.
En el artículo, Nueva exhibición de los pintores impresionistas Martí reitera la necesidad de ser genuinos en la expresión, una de las frases en la que se evidencia es la siguiente: “Cada hombre trae en sí el deber de añadir, de domar, de revelar. Son culpables las vidas empleadas en la repetición cómoda” (2001, t. 19, p. 303). Se percibe la importancia que Martí le asigna a la expresión artística, al grado de emplear términos como deber y culpables, según la relación que se establece con los términos, añadir o repetición.
Reconoce las obras de arte que asumen la natural armonía. En el artículo, El arte en Nueva York, se aprecia su emoción: “aquel arroyuelo del bosque que corre entre las dos riberas verdes, luz derretida, (2001, t. 19, p. 310). En contraposición demerita: “sepulcro de mármol y oro” (2001, t. 19, p. 312). Para él, mientras el conocimiento de la naturaleza y entregarse discreto, mesurado, sin excesos, conforme a ella, es riqueza espiritual de la personalidad, es la libertad; por otro lado, la riqueza material es un sepulcro.
Y se lamenta de lo poco apreciado en el mercado del arte, de un cuadro original de campesinos, al evadir su autor el falso brillo.
Michetti, desdeñando esas falsas poesías, pinta en su arrobadora “Mañana de bruma” los campesinos italianos, de vivos colores, adelantando en la neblina del crepúsculo con sus verdes melones a la cabeza, mientras rompe a lo lejos sobre la vieja muralla una luz cegadora; pero esos cuadros apenas alcanzaron el precio de un “Familia de gatos”. (Martí, 2001, t. 19, p. 315)
Se aprecia el regocijo que le suscita cuando la fuerza de lo natural en el arte es reconocida por el público presente:
Una salva de aplausos merecida estalló cuando pusieron en el caballete unas “Vacas” de Troyon, no como otras suyas notables sólo por la firmeza de la copia, sino porque allí los pacientes animales, en cuyo ojo turbio se ve aún la fuerza caótica de la creación, campean con natural beldad en el valle sereno donde dos altos chopos, quebrando la monótona llanura, realzan la majestad del horizonte. (Martí, 2001, t. 19, p. 312)
En la obra, El desnudo en el salón, Martí se refiere a lo que considera superioridad artística, lo eterno, libre de vulgaridad:
Moreau-a pasar del dinero que producen-rechaza las puerilidades fáciles del arte actual; y busca en los héroes legendarios, libre de vulgaridad por la distancia, o en el espacio sin límites, símbolos eternos, ideales y sueños de belleza. Ese desprecio a la pintura de moda que caracteriza la obra de Gustave Moreau es una señal de superioridad artística. (Martí, 2001, t. 19, p. 261)
En el artículo, La galería Stebbins, Martí defiende lo genuino, no imitar, ser natural, no expresar un tono que no corresponde al asunto: “Meissonier, cuyo mayor mérito es la individualidad, siempre se muestra mejor cuando no busca emular a Alberto Durero, o trata de dar a un asunto pequeño el vigor de Miguel Ángel” (2001, t. 19, p. 273).
En la valoración del cuadro de Jacomin, denominado “Fausto y Mefistófeles” se evidencia como tiene en cuenta la relación forma contenido que cuando no es coherente afecta el resultado artístico y su mensaje:
…aunque notable en cuanto al modelado y el colorido, está pintado demasiado vulgarmente para representar un asunto tan elevado. Mefistófeles, que parece un viejo estudiante de Heidelberg, apenas podría poseer los dones de seducción suficientes para mover el espíritu superior de Fausto; y “el Doctor” en sí, que parece un ser despreocupado y bondadoso, ciertamente no es el hombre exaltado, consumiéndose por el fuego inextinguible, que nos describió Goethe. (2001, t. 19, p. 276)
En su artículo, Los viejos maestros en Leavitt, Martí (2001) reitera su consideración de lo genuino: “Al entrar en la galería, atraía la atención inmediatamente un vigoroso paisaje de Salvator Rosa. Su fuerza excepcional y su clara perspectiva y su vívida luz solar amarilla le daba en el acto el sello de autenticidad” (t. 19, p. 283). Del mismo modo no es contenida su emoción al valorar la correspondencia de las formas con los sentimientos a trasmitir:
¡Pero que cuadro soberbio es este Rembrandt! Pilatos, de torpe ademan, de mirada furtiva, revelando claramente en su rostro contraído el terror que le posee, está en contraste con el admirable Cristo, cuyo delicado colorido, la sublime expresión de su cara, la mirada celestial y las huellas del dolor, tan naturales, tan amargas y tan hondas, encantan al ojo artístico... El Rembrandt es un Rembrandt. (2001, t. 19, p. 284)
La siguiente reflexión martiana permite intercambiar con los estudiantes como se debe deslindar el criterio estético y su relación con la ética, de las consideraciones que se pueden tener con el objeto representado; de cómo se puede lograr una relación coherente de forma y contenido apreciable, en una representación de un objeto desagradable a la experiencia humana: “un joven mexicano de gran talento, Manuel Ocaranza, pintó, junto a un cráneo húmedo y hueco, un vaso medio vacío de ajenjo, todo sobre un fondo verdoso. Nada podría ser más sencillo, más emocionante, real y horrible” (2001, t. 19, p. 285).
Otra de las consideraciones del arte en una estrecha relación de la ética con la estética, la expresa sobre el pintor español Goya: “el grande y fantástico español, fue más original: “El mundo de los egoístas es un mundo de tontos”, dijo, y presentó, juntos en un manicomio, a hombres ricos, generales, reyes y obispos” (2001, t. 19, p. 285).
El tratamiento de la sensualidad en su justa medida, como condición inherente a la naturaleza humana, es exaltada por Martí, en adecuada relación de la humanidad del crítico, como corresponde a un ser sincero, genuino, que negarla seria falso:
Había otro cuadro, firmado por Monoyer, de “La infeliz esposa de Carlos 1”, tan alegre antes de sus desventuras, tan duramente tratada después. Se dice que este cuadro fue robado en París durante la Comuna. Lo robaría uno gustosamente otra vez. Es cierto que esta mortecina palidez blanca no es humana, ¡pero qué rostro más encantador, qué alegres ojos pícaros, con una boca fresca y tentadora! Añádase a esto la gran delicadeza del tono, la asombrosa presentación del colorido y del ropaje, ni tieso ni convencional y la reina vive ante nosotros. (Martí, 2001, t. 19, p. 286)
En el artículo, Exhibición de arte de Nueva York para el pedestal de la estatua de la Libertad, Martí (2021) insiste en que lo que es genuino, es bello aún cundo sus formas produzcan una impresión brutal en el espectador: “Y de Manet, caudillo algún tiempo de los impresionistas, que amo lo feo, y perdió a Velázquez, y vivirá, a pesar de sus cuadros brutales, por lo que hay siempre de permanente y bello en lo verdadero” (Martí, 2001, t. 19, p. 287).
Martí se refiere a las “Bailarinas” de Degas, equiparando el valor ético de la sinceridad con el de noble, reconociendo que no se es sincero si no hay nobleza en la persona: “… manchas de color que parecen desleídas con el dedo, reproducen fielmente el vago y vaporoso espectáculo que en noches de fiesta presentan los bastidores de un teatro de baile. Diríase que esta escuela, noble por lo sincera,” (2001, t. 19, p. 292).
En el artículo: Los abanicos en la exhibición de Bartholdi (Martí, 2001), se pronuncia explícito en referencia a su convicción de la condición de la armonía natural del universo, que se deja entrever regularmente en sus textos, aquí se refiere a que el artista debe intentar equipararse a esa armonía cuando pretenda expresarse desde sus fantasías, saber mantenerse mesurado en ella, porque toda desproporción yerra:
La buena fantasía es la que, cuando se sale del orden lógico visible a los ojos vulgares, se conserva dentro del orden lógico de más alto grado que rige al Universo en junto, y es perceptible sólo a las almas máximas. La armonía de lo perfecto conseguida contra la misma armonía aparente, por los hijos mejores de la naturaleza, hiere de un modo grato y satisfactorio la mente común, que por el hecho de ser natural no puede resistirse a reconocer lo que es… La fantasía desbordada, es un caballo loco, se puede echar a volar un león; pero se ha de ir cabalgando sobre él, y se le ha de tener perennemente de la rienda. (Martí, 2001, t. 19, p. 298)
También se encuentran en su obra consideraciones estéticas referidas a la música, de la que ha expresado que la música es la más bella forma de lo bello. Esta valoración cimera de la música por Martí, se ajusta a la espiritualidad martiana, si tenemos en cuenta que la relaciona con una de las condiciones más preciadas por él, la libertad, gratísima y suave como un murmullo de libertad. Y lo explica desde las necesidades de expresarse más allá de los marcos establecidos: “La música es el hombre escapado de sí mismo: es el ansia de los ilimites surgido de lo limitado y de lo estrecho” (Martí, 2001, t. 19, p. 294).
Martí reitera sus deferencias con la música como expresión humana excelsa, en el artículo Espadero: “notas como en red de cristal fino… la palabra, trabada y empalagosa, no ha de robar el tiempo a la palabra redimida, al discurso con alas, poesía que va por del aire, susurrando y animando: la triunfante música” (2001, t. 5, p. 305). Martí equipara valores éticos: afable y sincero, como cualidades de la expresión artística en contraposición a lo falso: “revive la música… elocuente, afable, metódico, inspirado, pujante, sincero. Lo real y lo sentido le enamoran, y lo falso y gramático le exasperan… la música ha de crear” (Martí, 2001, t. 5, p. 308).
Si en la obra martiana se puede apreciar como rasgos, sus preferencias estéticas por lo genuino, natural, sencillo y creativo, que permite la manifestación humana liberada de lastres reduccionistas de la existencia; en esta también se definen como antítesis, opuesto a lo bueno y bello, las manifestaciones de tendencias extremas en preferencias por lo extranjero y mercantil, semejándolos a lo burdo, huraño: “extranjero y huraño, en el mercado burdo de la vida” (Martí, 2001, t. 5, p. 306).
En el artículo: Ana Otero (Martí, 2001), se explicitan los rasgos de la espiritualidad martiana que se defienden en esta investigación, es uno de los textos que debe incluirse en el plan de estudio de los estudiantes, para que puedan comprender la capacidad martiana de aglutinar en un mismo texto, el realce de los valores de la mujer en unidad ética y estética. Martí equipara lo sincero y delicado, con lealtad y patriotismo:
¿Y cómo Patria, que ama la sinceridad y la delicadeza, no orlara de rosas su mesa de trabajo, su mesa de ansia y muerte, para saludar, con un motivo de gratitud especial, a la que como artista y como mujer, que es otro modo de arte, es sobre todo sincera y delicada? Es a la borinqueña leal a la que saludamos, que de su música exquisita no saca soberbia con que dañar a sus compatriotas, ni industria seca y fea que le coma y deduzca lo más bello del arte, sino que lleva consigo al pueblo que la crio. (Martí, 2001, t. 5, p. 309)
En cuanto al arte de la danza, Martí (2001), indica que es una manifestación a través de la cual se muestra la identidad cultural, cuando en esta se presenta tanto en los movimientos y gestos, una correspondencia a los valores éticos estéticos que expresa, lo que favorece ser respetado: “que por el baile sepan los de la otra habla de nosotros, que parte de hoy sea conveniente al todo de mañana, que se nos conozca y nos respete” (t. 5, p. 64).
Martí (2001), reconoce que en el acto de danzar se expresan los sentimientos de la personalidad según sus experiencias y necesidades: “cuando quieren música, la tienen de alaridos de dolor, de los alaridos de los esclavos, que bailan con el son de la cuarta, y de las risas de sus mismos compañeros” (t. 5, p. 146), y que la danza no se encuentra exenta de los sentimientos y valores colectivos como el patriotismo: “la mano generosa que escribió para Patria la danza heroica de su país; la danza que mueve al puertorriqueño, como un mandato de la conciencia, al combate y al honor“ (2001, t. 5, p. 310).
Significa Martí (2001), como la expresión danzaría no solo sirve para atraer los recuerdos y las remembranzas, también es capaz de movilizar la unidad de los pueblos: “La danza más inquieta, en el destierro, se oye con religiosidad. Y antes de bailar, como que se detiene el bailador a pensar un instante, como que saluda. Va a ser extraordinaria Ía concurrencia a la fiesta de “La Igualdad” (t. 5, p. 380). Muestra su regocijo cuando la danza logra que se junten en un mismo espacio personas de diferentes procedencias: “… bailaban pobres y ricos, propietarios y obreros, para aumentar el tesoro de la Sociedad de Beneficencia americana. (2001, t. 5, p. 414).
Pero sin embargo para Martí (2001) al igual que no basta le relumbre de las formas sin un contenido que los justifique, también exige que a los valores éticos debe ajustársele valores estéticos que los respalden sin conmiseración: “a la poesía, que es arte, no vale disculparla con que es patriótica o filosófica, sino que ha de resistir como el bronce y vibrar como la porcelana” (t. 5, p. 137), de ahí la relación ética con la estética debe armonizar en una unidad que se conforma en los dos sentidos, como posibilidad de resistir el embate crítico en la comunicación con los diferentes públicos en otros espacios y tiempos.
Las referencias ofrecidas del pensamiento martiano, como ejemplos de sus consideraciones éticas y estéticas, que se presentan de forma regular en su obra, permiten argumentar los rasgos en los que se fundamenta la coherencia ética y estética de su pensar, sentir y actuar. Al identificarse como rasgos: la genuino, natural, original, sencillo y creativo; permite que los docentes planifiquen adecuadamente los textos martianos para el acercamiento sistemático de los estudiantes con su guía. A través del estudio, la reflexión y el debate, pueden asimilar la espiritualidad martiana, contenido a contextualizar y socio- individualizar.
Entre la voluminosa obra de José Martí (José Martí, Obras Completas, 2021), se sugieren los textos referidos a las artes visuales, la música y la danza. Incluir textos sobre literatura. Tener presente sus consideraciones y propuestas sobre la educación. De su obra poética priorizar: Abdala, Ismaelillo, Versos sencillos. De mucha utilidad son los artículos y ensayos dedicados a problemáticas sociales, ideológicas o políticas, en los que se pueden identificar los valores defendidos por Martí. No deben prescindir de sus cartas.
En toda la obra de José Martí, se encuentran los valores que sostienen su pensamiento educativo, aunque no siempre de forma explícita, sí de forma implícita. Las sugerencias, son ejemplos que permiten reflexionar, debatir con los estudiantes, los rasgos que se mantienen estables y que fundamentan la coherencia ética y estética de su pensamiento, sentir y actuar. En la medida que se propicie que los estudiantes se relacionen con estas obras, podrán aprehender y socio-individualizar los rasgos de la espiritualidad martiana que fundamentan su coherencia ética y estética. Lo que favorece en los estudiantes un posicionamiento critico ante el arte y la sociedad, en correspondencia con los valores del proyecto social cubano, como se exige en el modelo del profesional.
Conclusiones
La espiritualidad martiana, como cualidad que se expresa en la trascendencia de la obra de José Martí, sustenta sus potencialidades formativas de la identidad cultural artística, en la coherencia ética y estética de su pensar, sentir y actuar. Los fundamentos de esa coherencia se argumentan desde los rasgos que se encuentran con regularidad en el pensamiento martiano: lo genuino, natural, original, sencillo y creativo.
La espiritualidad martiana, al asumirla como un componente dentro del proceso formativo de la identidad cultura, permite el desarrollo de una personalidad con la capacidad de asumir una postura crítica ante el arte y la sociedad, en coherencia ética y estética, en correspondencia a las exigencias sociales de la misión que se les encarga.
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[1] Ingeniero Mecanizador, Máster en Desarrollo Cultural Comunitario. Profesor auxiliar. Coordinador de la Disciplina Educación Artística. Universidad de Las Tunas. Cuba. E-mail: rodolfomo@ult.edu.cu ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7160-9452
[2] Licenciado en Educación, especialidad Marxismo Leninismo e Historia. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Universidad de Las Tunas. Cuba. E-mail: frankap@ult.edu.cu ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0341-938X
[3] Licenciada en Educación, especialidades Educadora Prescolar y Educación Artística, Doctora en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Universidad de Las Tunas. Cuba. E-mail: elem@ult.edu.cu ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2099-6784