¿Por qué hablar de identidad en pleno siglo XXI en Cuba? Una mirada desde la historia

Why to talk about identity in the XXI century in Cuba? A look from history

Adriel Peña Reyes[1]

José Guillermo Montero Quezada[2]

Resumen

Actualmente el tema de identidad ha sido motivo de interés para muchos investigadores, los cuales han dado pasos agigantados en lo referente al tema, es por ello que este trabajo está dirigido fundamentalmente a abordar un tipo específico de Identidad, nos referimos a la Identidad Rural, la cual de conjunto con la identidad cultural y política conforman la identidad nacional de nuestro país. En este sentido y a lo largo de los años se ha impulsado y dirigido la lucha del pueblo por la consolidación del proceso revolucionario, su avance hacia una sociedad donde prevalezca el respeto entre el pueblo y el estado, así como las transformaciones económicas y sociales, el desarrollo de la educación, la salud, el deporte, la cultura y las ciencias, así como el enfrentamiento de las agresiones externas y la conducción de una activa política exterior cargada de sólidos principios, en resumen una sociedad más justa. Pero, ¿Podríamos lograr esto sin haber logrado primero una sólida identidad en nuestro pueblo? Es por ello que se hace necesario adentrarnos en el tema.

Palabras clave: identidad rural, desarrollo de la educación, sociedad, historia

Abstract

Currently, the issue of identity has been a source of interest for many researchers, who have taken giant steps in relation to it, that is why this work aims primarily at addressing a specific type of identity, we refer to Rural Identity, which, together with the Cultural and Political Identities confirm National Identity of our country. In this sense, and over the years, the people has struggled for the consolidation of the revolutionary process, it has also been promoted and directed its advance towards a society where respect between the people and state prevails, as well as economic and social transformations, the development of education, health, sports, culture and science as well as the confrontation of external aggression and the conduction of an active foreign policy loaded with solid principles, in short a society of justice. But, could we achieve this without first having achieved a solid identity in our people? That is why it is necessary to go deeper into the subject.

Keywords: rural identity, development of education, society, history

Introducción

En el proceso de perfeccionamiento de la educación en la actualidad, ocupa un destacado papel, el problema de la formación de una identidad en los individuos que, garantice por un lado el desarrollo de la personalidad en correcta relación con los objetivos e intereses fundamentales de la sociedad y por otro, que contribuya a conservar nuestras tradiciones de lucha, nuestra cultura y raíces. El alcance universal y actual de este problema se explica a partir de la situación en que se desarrolla la actividad de los individuos en el mundo de hoy, en medio de contradicciones crecientes entre la manifestación de síntomas de degradación moral en actitudes y conductas de una parte de los individuos y las aspiraciones humanistas y progresistas de las amplias masas por el logro de un individuo más digno, íntegro, virtuoso y solidario. En la sociedad contemporánea los problemas relativos al hombre y su formación se inscriben en un lugar preponderante en las políticas de los gobiernos, estados y el sistema de instituciones de la sociedad, por constituir el factor humano, con sus competencias, una de las riquezas fundamentales.

En el último lustro, directa o indirectamente, hemos asistido a un sostenido debate en torno a la identidad, en sus múltiples manifestaciones. Los análisis sobre identidad —cultural, nacional, rural, étnica, de clase, de género, transnacional, entre otras—, expresan los múltiples y complejos procesos sociales que tienen lugar hoy, con el consiguiente reflejo en el debate académico e ideológico. La internacionalización, cada vez mayor, de la economía —manifestada en el mito y la realidad de la globalización, los procesos de integración regional, los problemas de realización de la democracia, la migración masiva en todas sus variantes, los cambios en los roles del Estado, la redefinición de fronteras nacionales, la crisis de los paradigmas del universalismo europeo, los avances tecnológicos, así como los nuevos actores sociales—impone no solo la búsqueda de otros paradigmas políticos y económicos, sino también la necesidad de una nueva relación individuo-colectivo-comunidad-nación que explique esa interconexión y ofrezca soluciones viables a la existencia social de todos los pueblos en el actual mapa mundial. Conceptos como identidad, nación, nacionalidad, ciudadanía, pluralismo e igualdad, tienen que ser replanteados en teoría, así como en su uso práctico y normativo.

La búsqueda de esa nueva relación implica comprender las identidades colectivas que se vienen forjando en un complejo proceso de interacción transfronteriza, cada vez más intenso, que modifica las realidades locales. Las interconexiones nacionales, transnacionales, supranacionales y globales «dan nueva densidad a lo cercano y específico, a lo propio y particular, y alientan la construcción de identidades colectivas sobre bases, espacios y marcos institucionales diferentes a los conocidos por la teoría social». Estamos considerando las identidades colectivas como procesos de construcción social de fronteras, de confianza y solidaridad, en escenarios diferentes, donde sus componentes se intersectan, traslapan y rearticulan, lo que da una imagen más de acuerdo con la diversidad y complejidad que implican la homogeneización y la diferenciación de las interconexiones culturales globales de hoy. Esto tiene especial importancia para la interpretación de identidades étnicas y de diásporas, que chocan con y se superponen a las identidades nacionales.

Para nuestro objeto particular de estudio, posee especial importancia el incremento acelerado de la migración internacional en las últimas décadas y su impacto sobre la identidad rural, entre otras cosas. Este fluir incesante de personas, en una y otra dirección, a cortas y largas distancias, movidas por una compleja cadena de motivaciones y aspiraciones, en espacios políticos y económicos diferentes, ha creado verdaderas redes sociales que no reconocen fronteras tradicionales, y encuentran realización en múltiples formas de migración —documentadas o no— bajo políticas migratorias que ven más por las prioridades de seguridad nacional e intereses político-ideológicos que por la realidad impuesta por las nuevas interconexiones de lo interno y externo en cada país. En este contexto, no podemos desconocer las emergencias creadas en la construcción y redefinición de identidades. La identidad cubana no escapa a este proceso histórico universal. Más de sesenta años de cambios radicales en Cuba, como resultado de la Revolución de 1959, y más de treinta de existencia de ascendentes comunidades de emigrados cubanos en los Estados Unidos, así como en diversos países —España, Italia, Venezuela, Ecuador y México, por solo mencionar algunos—, en menor medida y tiempo, han provocado un importante proceso de inclusiones y exclusiones en la identidad cultural cubana, que no siempre se reconoce por las partes involucradas. La reinterpretación y reconceptualización de la identidad cubana, en todas sus dimensiones, es una necesidad teórica y práctica actual en Cuba.

Es por ello que, la importancia de revisar la nueva etapa de la Identidad Nacional en la Historia de la Nación y de la Revolución Socialista Cubana, pasa por varios puntos histórico-teóricos básicos. Por ello, el tema adquiere cada vez mayor interés científico, social, cultural, ideopolítico y educacional, que se deduce también de las nuevas políticas educativas-culturales integrales impulsadas por la propia vanguardia del proceso revolucionario en este nuevo período, las cuales han asumido la construcción de la Identidad Nacional, además de patriótica y socialista, antiimperialista y latinoamericanista, también como tercermundista, internacionalista, integracionista y humanista-universal como uno de sus principales objetivos para este siglo XXI que recién comenzó.

Desarrollo

La recurrencia hacia la cuestión de la Identidad Nacional en nuestro país esta signada, tanto por necesidades prácticas existenciales, así como por los cambios de la vida actual, consecuencia del despliegue de las tecnologías informáticas de la globalización transnacionalizadora capitalista neoliberal y por el giro epistemológico que ha sufrido el pensamiento social contemporáneo. El enfoque transdisciplinar y complejo - herencia de las mejores tradiciones fundacionales marxistas - es una de las concepciones que más ha trabajado este tema y está aportando nuevas definiciones y una nueva comprensión de la realidad objetiva y subjetiva. Desde el análisis complejo, la Identidad Rural, Nacional, Cultural y Social del sujeto es también el resultado de una dinámica singular de adaptación y cambio para la búsqueda individual y colectiva del equilibrio con el cambiante entorno natural y social, internacional y regional, así como con el Yo, nosotros mismos (lo nacional y lo local al interior de la nación). Pero desde los inicios, la evolución y desarrollo de este proceso ha estado marcado por la auto-transformación, la creatividad y la relatividad de la práctica social y el propio conocimiento, que se ha dado a través del diálogo, aunque también en la polémica crítica, la comunicación y el intercambio, para lograr el acuerdo y el compromiso (o no), de la diversidad y la diferencia con los Otros o el Otro.

Ello supone la realización de nuestra propia libertad de elección y autonomía personal relativa que cuenta, además, con una autoestima y autosuficiencia suficiente en la que, específicamente el cubano, no se siente menor en cuantía ni valía ante cualquier otra nacionalidad. Porque, además, lo distingue en su carácter e idiosincrasia, el sentido de resistencia, la alegría y el optimismo, siempre dispuesto al humor constante - recordar los rasgos más positivos del choteo cubano reseñados por Jorge Mañach - en el momento más difícil pero más oportuno, como vía de desplegar las tensiones y enfrentar cualquier grave o complicada situación que se presente con responsabilidad y ética, voluntad y determinación, audacia y valentía.

Por otro lado, en los últimos años, ha ido creciendo el consenso en cuanto a reconocer que el problema de la Identidad Rural tiene una expresión individual raigal en cada individuo y en cada colectivo por pequeño que sea, pero que posee también una naturaleza relacional-social muy determinante en la sociedad como un todo. De esta forma se incrementaron los estudios sobre la Identidad Nacional y de las otras identidades, como las multiculturales y multirraciales, que se producen en las provincias, los municipios, las comunidades y los barrios cubanos, así como en las esferas-problemáticas de las relaciones raciales y las sexuales, incluyendo las intergeneracionales, además de las manifestaciones de las políticas culturales aplicadas sobre los diferentes grupos en general y las espontaneidades - estas siempre bajo alguna influencia - que surgen desde la vida cotidiana, desde abajo o desde lo local, desde lo comunitario o lo barrial, donde se aportan nuevas prácticas, conceptos y enfoques. En este sentido, ha habido un aporte interesante en y desde las historias provinciales y municipales elaboradas por los responsables de historia del Partido Comunista a estos niveles, las regionales y locales desarrolladas por la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNIHC), las investigaciones desplegadas por las instituciones y agencias del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y los estudios que llevan a cabo las Oficinas del Historiador de las ciudades, allí donde se han creado, así como también las que elaboran, constantemente, los centros e instituciones culturales en todo el país. En la actualidad y en el contexto de la multiculturalidad se destaca la importancia de entender la Identidad Nacional y Cultural no como una defensa a ultranza del tradicionalismo - que no significa lo tradicional -, o desde la similitud y/o desde la diferencia extrema, por el contrario, es necesario mantener este equilibrio inestable entre lo particular y lo universal, entre el pasado, el presente y el futuro, entre la tradición, el cambio y la transformación. El concepto de redes sociales aportado por el nuevo pensamiento social, desde el ángulo epistemológico y metodológico, es muy valioso a la hora de entender como se ha formado una nacionalidad como la cubana: unietníca, aunque multicultural y multirracial, que ha sufrido por siglos una fuerte imposición y penetración cultural e ideológica, a través de diferentes símbolos y valores ideológicos ajenos, discriminatorios, desintegradores, desestabilizadores y negadores de su identidad autóctona. El papel de las diferentes formas de combates sociales y de liberación nacional, anticolonial y antiimperialista, de lo que se llaman prácticas identitarias alternativas de resistencia y de lucha, ha sido, en muchos casos, decisivo para el proceso de la conformación de una Identidad propia en todas sus dimensiones.

En este marco teórico conceptual y del análisis histórico y lógico, debemos enfocar los anteriores y los novedosos estudios e investigaciones, porque hay que partir de que la Identidad Nacional en Cuba es un proceso de construcción social compleja, contradictoria, dinámica y abierta, de creación objetiva y subjetiva, no lineal y que ha variado históricamente, recomponiéndose constantemente y que, de hecho, ha atravesado por distintas etapas, reelaboraciones, estancamientos relativos, retrocesos y avances, en tanto ha sido un proceso en permanente crisis, desequilibrio y reajuste significando que el movimiento y las tensiones activan el florecimiento y el fortalecimiento de la cubanía y la cubanidad auténtica y legítima. La vida real y la interpretación de la dinámica y la tirantez entre valores que compiten y/o se complementan y las visiones alternativas han conformado ese proyecto de Cuba como Nación y lo cubano como Nacionalidad e Identidad Nacional.

En los nuevos escenarios, las recientes investigaciones han traído como resultado que el estudio contemporáneo del significado de la Identidad Nacional en Cuba, en su sentido más amplio, se han estado saturando de variados contenidos conceptuales y metodológicos (aunque no todos acertados o válidos), de nuevas y múltiples cargas semánticas, simbologías y mitos. Los conceptos que abarcan la esencia y los fenómenos, con sus mediaciones necesarias, de la Identidad Nacional, el Estado-Nación (Estado-Nación-Popular y Socialista, después de 1959-1961), la Nación, la Nacionalidad y el Nacionalismo - la anteriormente denominada La Cuestión o el Problema Nacional- han sido corregidos y, tal vez, revisados por los impactos de los diversos y asimétricos procesos globalizatorios, en especial, el transnacional capitalista neoliberal. Otros factores, principalmente exógenos, que han estado incidiendo en las investigaciones cubanas son la crisis económica y social, denominada Período Especial en Tiempos de Paz, que tienen por causa principal el derrumbe del socialismo en Europa Oriental y en la URSS y por el recrudecimiento de la política agresiva de los gobernantes de Washington contra la Revolución Cubana. Y aunque fueron las grandes eclosiones nacionales y sociales de los siglos XIX y XX en las que se conformaron, de manera decisoria y constante, la Nación y la Nacionalidad Cubana, hubo otros instantes y procesos que ayudaron a esa consolidación. Estamos mencionando, en primer lugar, la Guerra de los Diez Años (1868-1878), en la cual cristaliza el proceso de formación de Nación y Nacionalidad, junto a su epopéyica Protesta de Baraguá, en la que se mostró la intransigencia patriótica de luchar hasta su definitiva independencia, con su consecuencia mediata: la abolición de la esclavitud en 1886; la Guerra Chiquita (1879-1881); la tregua fecunda (1881-1895); la Segunda Guerra de Independencia (1895-1898); y en el siglo XX, el re-despertar de la conciencia nacional - la también denominada década crítica (1920-1930) -, la Revolución del 33 (1930-1933-1935), la renacionalización de la Nación Cubana (1940-1952) y, la última etapa, en la que se desarrolla la lucha insurreccional armada y política, popular y cívica - también ética-emancipatoria - en la Sierra y el Llano (entre 1953 y 1956-1958), así como el triunfo de la Revolución Cubana el Primero de Enero de 1959, como hitos épicos esenciales de ese proceso, que no han agotado ni mucho menos el proceso de conformación y reconfiguración de la Identidad Nacional que continúa hasta nuestros días.

Y en segundo lugar, porque en Cuba se ha demostrado la presencia de una fuerte tradición filosófica e histórica, ideopolítica y social, educacional y cultural que, aun siendo contradictoria, no lineal y compleja, ha sido y es autóctona, continua y bien estructurada, con persistencias y rupturas, que contribuyó, indudablemente, a la definición de los principios teóricos y prácticos, éticos e ideológicos de la labor social, familiar, escolar - pública y privada -, laica y religiosa, comunitaria e institucional para mantener en el cubano la conciencia de su cubanía y cubanidad en el afán por mantener la independencia y soberanía nacionales de su Patria.

En la actualidad y como correlato de los impactos exteriores - el derrumbe del Muro de Berlín con sus consecuencias y el arreciamiento de las agresiones y del bloqueo norteamericano contra la Isla - se ha producido un redimensionamiento y una reestructuración de la economía nacional que ha necesitado de una apertura a la inversión extranjera, de la tecnología de punta o de avanzada y de la búsqueda de mercados para poder insertarse en el mundo capitalista transnacional, con cierto nivel de competitividad. Y aunque este proceso ha tratado de estar planificado, controlado y regulado por el Estado Nación Popular y Socialista cubano, como por su vanguardia política: el Partido Comunista de Cuba (PCC), ha traído como consecuencia una transformación de la estructura y organización económica - industrial y productiva, comercial y monetaria - así como socio clasista de la sociedad, con un crecimiento notable en el sector terciario, una reformulación de las formas de propiedad (estatal, extranjera, mixta, cooperativista, privada y cuentapropista), con la influencia inevitable y paradójica del Fast World de la informatización, la mediática y la sociedad del conocimiento y el intercambio incesante de saberes.

En este escenario internacional y regional, la población cubana hacia su interior varió en la composición cuantitativa y cualitativa de sus clases, grupos y sectores, segmentos y estratos sociales que abarcan también, los de géneros, razas, los de una mayor preparación educativa, ideo-política y cultural, de la consolidación de su libertad en poseer creencias religiosas y de un aumento organizativo y funcional de la sociedad civil, etc. Pero las dificultades acumuladas, por las razones externas e internas, han traído la aparición o el resurgimiento, en algunos casos, de desigualdades e inequidades que la Revolución en el poder había reducido a su máxima expresión. Las tensiones contradictorias y dinámicas, así como los conflictos de valores crecieron en la sociedad cubana en una etapa de verdadera supervivencia para el país y la Revolución. Por ende, se han reconformado y recreado diversos grupos identitarios que, sin abandonar su condición de cubanía y sin extraviar definitivamente su conciencia de que la nación y ellos deben transitar hacia el socialismo, están representando formas de comprender y aprehender esta Identidad Nacional desde otros ángulos de recepción y percepción específicas, así como de auto-reconocimiento propio sin importar si son minoritarios dentro del cuerpo societal. Y la sociedad se diversifica porque el socialismo no es expresión de homogeneidad ni de unanimidad, sino una verdadera práctica popular democrática y participativa, directa y representativa, en la que los intereses individuales y el de los distintos grupos - de familia, trabajo y de las comunidades -, así como de géneros, edades, razas, religiones y culturas en general, se realizan de forma complementaria, aunque contradictoria, con los intereses de la sociedad en su conjunto.

Conclusiones

En el caso de Cuba, a pesar de las diferencias de nuestra situación nacional con respecto al resto del mundo, los cambios en los estilos de vida, las nuevas diferencias sociales, los conflictos de valores, la escisión entre comportamientos públicos y privados, las vicisitudes de nuevas identidades, la precariedad en la encrucijada de la pertenencia y la otredad, el efecto de la desmentida realidad que se observa en algunas realizaciones de los medios, las dificultades en el trabajo educativo (como es la difícil conciliación de disciplina con iniciativa y creatividad, masividad con calidad, nuevos profesores emergentes e integrales y su capacidad de transmitir con efectividad los nuevos conocimientos con nuevas técnicas y métodos así como el uso adecuado y eficaz de las nuevas tecnologías, junto a otros problemas actuales, no nos permiten estar a salvo de la crisis; sobre todo, cuando el país entero parece haber atravesado, también, su crisis de identidad.

Referencias

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[1] Licenciado en Marxismo- Leninismo e Historia. Profesor Asistente de la Universidad de las Tunas, Cuba. E-mail: adrielpr@ult.edu.cu. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-0766-2288

[2] Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Máster en Educación, Máster en Desarrollo Cultural Comunitario, Máster en Deportes de Combate, Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular del Centro de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Las Tunas. Cuba. ORCID: http://orcid.org/0000-0003-0766-2288.